jueves, 17 de octubre de 2013

El día que Enanito desobedeció a su mamá



En la casa de la familia Aguilar Castillo, los reyes son los queridos gatos. No puedes ofender o molestar a uno porque los demás lo defienden y te ven con cara de pocos amigos. Hay gatos grandes de más o menos cinco años, medianos entre dos años y algunos gatos de meses, y recién nacidos. Les voy a contar la historia de Enanito y Gato, dos hermanitos de siete y diez meses respectivamente. A ellos les encanta jugar juntos y divertirse aunque son muy celosos el uno del otro por su dueña Isa; cuando Enanito está con Isa, Gato se enoja y se pone celoso, y viceversa. Aunque a veces pelean en serio siempre han estado allí el uno para el otro cuando llegan a necesitarse. Isa siempre los cuida y los protege, incluso los arropa al dormir, les compra la comida y los acaricia cuando están cariñosos.

Una tarde, luego de que Isa regresara a casa después de un largo día en el colegio, los dos hermanitos comenzaron a jugar con ella y aunque Isa tenía tarea los consintió y los mimó, pero después se puso seria y preocupada porque Halloween, otro de los gatos de la casa, se había ido hace ya dos semanas y no había regresado. Pensó que seguramente se había perdido en el bosque. Preocupada, sentó a los dos mininos frente a ella y les dijo:
-Niños, les quiero advertir algo: no quiero que vayan al bosque solos ni mucho menos de noche, se pueden perder así como se perdió su hermanito Halloween. ¿Entendieron, bebés?
Los dos gatos maullaron para decir que sí. Isa se quedó satisfecha y dejó que ambos siguieran jugando.

Esa noche después de jugar tanto, cuando Isa ya estaba dormida, ambos comenzaron a hablar.
-Gato, ¿no crees que deberíamos ir a explorar el bosque? –preguntó Enanito-. Yo creo que ha de ser un bosque súper misterioso pero lleno de mariposas para cazar.
-Mamá nos lo prohibió, ¿recuerdas?
-Mamá no se dará cuenta, te lo prometo. ¿Qué dices, vamos?
-¡Te dije que no! Mamá nos puede castigar y sabes que no me gusta que nos castigue ni que nos regañe.
-Pero ha de ser divertido, ¿no crees? ¿O acaso no te gusta explorar nuevos lugares?
-Claro que me gusta…
-¡Ven, vamos!
Enanito se bajó de la cama seguido por Gato (quien no estaba muy convencido) y ambos abrieron la puerta y salieron de la casa directo hacia el bosque.

Ambos exploraron y exploraron el bosque, quedando fascinados al tener tanto espacio para jugar y tantas mariposas para cazar. Como a eso de las siete de la mañana, Gato quiso regresar pero Enanito se rehusó.
-Me quiero quedar más tiempo, me gusta mucho este lugar –le respondió-.
-¡Gato! ¡Mamá ya se fue a estudiar y no nos dio nuestro beso de buenos días! ¡Anda, tenemos que irnos!
-¡No, no y no! ¡Yo no me voy de aquí, vete tú solo!
Gato, nervioso, decidió irse y dejar a su hermanito solo en el bosque e irse a casa. Más tarde, al medio día, cuando Enanito quiso regresar, no pudo hacerlo. ¡Se le había olvidado el camino de regreso! No sabía qué hacer así que dio vueltas y vueltas y más vueltas hasta que llegó la noche y comenzó a llover. Tuvo que refugiarse dentro de un árbol pero no era un lugar muy cómodo; además tenía hambre. Extrañaba su camita cómoda en su casa, con su mamá y su hermanito. En ese momento, el pequeño gato se arrepintió de no haber obedecido ni a su mamá ni a su hermanito, y se sintió muy triste.

Preocupados los dos, Gato e Isa no podían dormir al pensar en qué podría haberle pasado a Enanito. Isa salía al patio trasero a llamarlo por su nombre cada diez minutos. Gato estaba aún más preocupado, y cuando Isa se rindió y se fue a dormir, se escabulló del cuarto y fue en busca de los gatos más grandes (Pirata, Pepito y Bella) para que lo ayudaran a buscar a su hermanito. Los tres accedieron a ir con Gato al bosque a buscarlo. Gato les enseñó el camino que habían tomado y los cuatro lo buscaron en diferentes direcciones. Al principio no lo encontraron, pero luego de unos momentos Pirata gritó “¡Lo encontré!”. Todos fueron corriendo rápidamente hacia donde estaba pirata y encontraron a Enanito… ¡junto con Halloween! Resulta que ambos se habían encontrado en algún momento y se habían refugiado en el otro.
-¡Gracias por rescatarnos! –les dijo muy animado Halloween-.
-Vamos, ¡tenemos que ir con mamá! –les dijo Gato luego de abrazarlos y mostrarse muy feliz por haber encontrado a sus dos hermanitos perdidos.

Todos volvieron a casa guiados por los gatos mayores (quienes sí conocían el bosque) y le dieron una gran sorpresa a Isa cuando despertó esa mañana de sábado. No sólo había aparecido uno de los gatitos, ¡sino los dos! Claro, llenos de tierra y vegetación, no digamos telarañas. Isa le dio las gracias a Gato y a los gatos mayores por haber encontrado a Enanito y Halloween pero a pesar de estar muy contenta por tenerlos de vuelta, los castigó por desobedecerla. Su castigo fue un largo baño con agua tibia en la regadera, cosa que ellos odiaban, pero al final de todo no les importó porque se sentían felices de estar en casa de nuevo y nunca más volvieron a desobedecer a su mamá.