Hace unas semanas mi barco salió
de la Costa Este de los Estados Unidos; de Georgia, para ser más exactos. Éste
era un barco comercial que iba de Georgia para Andalucía, España, para dejar
mercadería a varios comercios de esa región. En el barco íbamos un total de
cincuenta y cinco personas incluyéndome, porque todos éramos importantes de
alguna u otra manera: yo, por ejemplo, era la contadora principal, que tenía
que pasar informes a ambas empresas de cuánto había cuando saliéramos y cuando
llegáramos. Yo hacía mi trabajo junto con otras tres señoritas que me ayudaban
a tener todo en orden. No era la primera vez que me iba en un barco, así que
esto no suponía un reto mayor.
Hace tres días el barco se
hundió. Se perdió todo, obviamente, y varias personas murieron. Yo tuve suerte
porque sé nadar, y entonces nadé lo más rápido que pude hasta el primer lugar
con tierra que encontré. No traje nada conmigo: ni mi ropa, ni mi teléfono, ni
mi cámara, ni mi gato; creo que la pérdida de mi pequeño gatito fue lo que más
me dolió (y seguirá doliéndome por un largo tiempo). Cuando vine, pensé que me
iba a encontrar con más personas, pero al parecer nadie me siguió. Estaba sola.
Unas horas después, a las 5:40 AM, me di cuenta con los primeros rayos de sol
que realmente estaba sola en una isla desierta, donde no se escuchaba más que
el océano, el viento acariciando las hojas de las palmeras y los animales que
hay por aquí. En el transcurso de la mañana fui a recorrer toda la isla para
ver si encontraba a alguien (aunque sea un nativo) pero no encontré nada más
que pelícanos, aves migratorias, tortugas de mar, insectos, etc., que hacen su
tan molesto sonido peculiar. En fin, es mejor escuchar a las aves haciendo sus sonidos
que recordar el naufragio: personas gritando por sus vidas, los trabajadores
del barco dando indicaciones gritadas, personas desesperadas tratando de salvar
la mercadería o sus pertenencias, el inigualable sonido de personas cayendo al
agua, etc. Al menos no éramos muchos, porque si no el ruido hubiera sido diez
veces peor.
Encontré madera y me dispuse a
hacer una "casita", y resultó quedar mejor de lo que pensé que
quedaría. Encontré algunos cocos y bananos; con eso me mantendré por unos días.
Lo malo es que no tengo ropa, pero bueno, igual aquí no hay nadie que me vea.
Me gusta estar aquí, la verdad: estoy sola, nadie me molesta, y no tengo que
preocuparme por nada como la mercadería perdida, la contabilidad, las empresas,
etc. Creo que fue mejor haber nadado que haber esperado en el agua al barco que
iba a salvarme. Para ellos estoy muerta. No quiero que cambien de opinión.
Estar aquí es relajante aunque si extraño a mi gato y sus maullidos; me
gustaría que estuviera aquí. Por el momento, al menos tengo a las aves (aunque
como dije, a veces pueden ser algo molestas).
Supongo que estoy en alguna isla
cerca de África pero realmente no quiero saber mi ubicación exacta. Y espero
sobrevivir.
-Annie Miller.
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Hola! Buee, que es sólo un dizque paisaje sonoro que nos pidieron hacer en música, pero parece más cuento que otra cosa. :)
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